Primera vez que recuerdo
la boca dulce
de su sonrisa,
en mi labios deslizándose
leve y despacio,
libre y sumisa.
Mariposa de mis besos,
eres la sabia,
la miel, la abeja,
invades mi alma confusa
entre el vaivén
de queja en queja.
Es como arte el tenerte,
así dispuesta,
a mis caricias,
a mis antojos poéticos,
sumida en mi alma,
de mil delicias.
Y ya no eres altanera
cuando te beso,
pareces tierna
y suspiras deseosa,
te abrazas fuerte,
entre mi pierna.
Así drogado en brebaje,
ardor, deseo,
sudor quemante,
vaho, besos y caricias,
la siento mía,
toda constante.
En que tierra se sembró,
la flor calada
de sus antojos,
en aroma de placer
y miel dorada
como sus ojos...